domingo, 24 de julio de 2011

El Diablillo de Madera


Todos dormían en Metz a la hora de las Brujas, soñando placenteros sueños de lujos para algunos, reinos para otros, y princesas para aquellos, obviamente eran los mas, habían otros sueños mas lejanos, buenos y mágicos, raros en un lugar tan miserable donde la vida es corta y alimenta los sueños de guerra de un par de hombres poderosos. Y están los otros... los cuales eran hermanados de las pesadillas, deseos oscuros y brutales que se tejen en las almas más infames... o malditas. Madeleine se encontraba observando la luna redonda y plateada desde la ventana de su casa, pensando en su prima, Violante, la cual era todo un suceso en la aburrida vida agreste de la Lorena, venia de un reino tan lejano y desconocido como Navarra, tenia historias y personalidad, además de la edad para encantar a los jóvenes no por sus palabras. Sin embargo todo eso bueno que había ocurrido nada mas llegar a Metz, se había transformado poco a poco, después de la desaparición de Jean hijo del zapatero, el cual se decía andaba de amores con Violante, la morena vasca, Madeleine los había visto adentrarse al bosque el mismo día que este joven desapareció, cuando Madeleine se lo menciono a sus padres, no le creyeron, y se gano la enemistad de Violante. Mas los rumores corrieron rápido por las calles de Metz, y pronto se decía que alguno había visto a una mujer morena salir volando desde la casa de los padres de Madeleine, o que otro día vieron a la vasca hechizar a un gato con su mirada. Era todo muy problemático, ya no sabia que hacer lo padres de Madeleine, inclusive estaban pensando en mudarse, ya que encontraron muy desagradable los chismes de la ciudad, por lo que pensaron volver al Pueblo. Esa noche Madeleine no dormía, solo observaba la luna, de pronto dio la vuelta para acostarse, y en el umbral de la puerta observo a Violante quieta y erguida en su camisón, mirándola fijamente como si intentara hacer lo que hacia con los gatos, pareciera como si una desdibujada sonrisa se hubiera formado en su rostro, como si algo malvado hubiera hecho o fuera a hacer, los ojos negros no parecían ser parte de Violante, sino de "otro". Un grito estridente despertó a la casa y a parte del vecindario, con lo cual llevaron a Violante a su dormitorio, estaba como adormecida, cuando llegaron a la cama para tenderla, había una pequeña pieza de madera en su cama, un diablillo tallado, con cuernos y todo, los padres de Madeleine se miraron con asombro.

Basto un murmullo, y a la semana siguiente Violante era quemada en la plaza los Santos Inocentes, a la vista del desprecio popular, agonizo siendo quemada su cabellera lejana, y sus ojos vascos. Llegada la noche Madeleine miro nuevamente, a la hora de las Brujas, hacia la luna, esperando su siguiente sueño, uno de Aquelarres y Fuego.



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